Una de cada 10 personas son compradores compulsivos en navidades

Los días de navidad, en general, son muy especiales, aunque es un revuelto de nervios, alegrías, estrés y sorpresas. Esta fehas para los comerciantes se convierten en una de las mejores épocas para su negocio.

Unos días antes del inicio de las fiestas los bolsillos comienzan a adelgazar y ya no se detienen hasta final de enero. Muchas veces de forma inconsciente, se adquieren cantidades excesivas de alimentos u objetos innecesarios. Este consumismo compulsivo podría estar justificado porque es navidad.

Sin embargo, la Universidad de Granada ha revelado que uno de cada diez individuos que compra compulsivamente en navidades padecen una patología que puede tener consecuencias tan graves como las del alcoholismo o las de la drogodependencia.

Hoy en día se ha perdido el verdadero espíritu navideño y los regalos se han convertido en los principales símobolos de la navidad. La sociedad se ha dejado llevar por la publicidad desembocando así, en la cultura del consumo. Este desvivir por las compras no es más que "una muestra de insatisfacción e infelicidad", apuntó Carlos Minguez en su artículo "No somos lo que tenemos".

Una de las expertas que participó en el estudio de la Universidad de Granada señaló como causas fundamentales de esta patología, el descontento laboral, en el caso de los hombres, y la baja autoestima, en el de las mujeres.

Francisca López Torrecillas, profesora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y experta en adicciones psicológicas explicó:

"aunque el consumismo navideño en exceso se asocia a un estado depresivo, se
debe a distintos problemas en función del sexo del sujeto"

Los productos que adquieren estos individuos son un factor para identificar el sexo del sujeto, según comentó en un artículo la experta López Torrecillas. Los hombres se decantan por accesorios para el coche, material electrónico o deportivo, mientras que las mujeres prefieren el sector de belleza (cosméticos, maquillajes, ropa...).

Comprar no es perjudicial, pero los excesos siempre son malos. Si controlamos nuestros impulsos por consumir, el bolsillo lo agradecerá y evitaremos ser víctimas de enfermedades como la mencionada anteriormente.