La crisis aumenta el número de enfermos con obesidad

La falta de recursos económicos en las familias ha incrementado el porcentaje de personas con obesidad, según ha demostrado el  informe “Generación XXL”, publicado por la compañía IPSOS. Un 17 % de los encuestados ha considerado que los precios de algunos productos suponen un problema para mantener hábitos alimenticios saludables. Esta situación ha obligado a muchas familias y mujeres  a cambiar su dieta.

Muchos medios de comunicación se han hecho eco hoy, en el Día Mundial contra la Obesidad, de esta preocupante noticia. De hecho, desde el estallido de la crisis económica esta realidad se ha convertido en una de las principales inquietudes de las sociedades modernas. En España, el 23% de los mayores de 18 años y el 35% de los mayores de 65 años padecen esta enfermedad.

A grandes rasgos, el sobrepeso y la obesidad se define como una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. De forma más específica, este concepto se podría medir a través del índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en kilógramos por el cuadrado de la talla en metros (kg/m2). 


Fuente: http://www.who.int/features/factfiles/obesity/facts/es/index.html

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establce que una persona tiene sobrepeso cuando su IMC es igual o superior a 25 y tiene obesidad cuando  es igual o superior a 30. En la tabla ubicada en el lateral izquierdo del blog se pueden consultar con mayor precisión otros parámetros relacionados con estas dos enfermedades.

Al observar la evolución de las sociedades actuales y compararlas con las de nuestros antepasados podemos encontrar algunas paradojas. Por ejemplo, los estándares de belleza actuales y los de hace setenta años muestran una clara disparidad de tendencias. Antiguamente,  una mujer con curvas y con piel blanca era la Atenea de su momento, mientras que hoy en día se han invertido esos parámetros. Ahora, en rasgos generales, es necesario un cuerpo muy delgado y una piel morena.

No obstante, parece que esta contradicción en las costumbre sigue extendiéndose a otros ámbitos. Si volvemos la vista atrás algunas décadas encontramos que, tradicionalmente, “estar rellenito” era sinónimo de buena alimentación y por ende salud. Por ello, resulta curioso que, en estos momentos,  aquellos que tienen menos nivel adquisitivo son los que registran un mayor riesgo de obesidad.