Juventud, divino tesoro

OPINIÓN

No todo el mundo opina del mismo modo que el escritor Rubén Darío, quien dedicó una poesía a una etapa importante de la vida de una persona, la juventud. A pesar de lo que representa para una sociedad el correcto desarrollo de este colectivo, parece que a los grupos políticos les resulta indiferente.

El aumento del nivel de desempleo juvenil es un problema, pero más graves pueden ser las repercusiones que esta realidad puede provocar en el futuro. De hecho, esta situación se repite como consecuencia del problema estructural que acarrea este país, desde hace años.

Cuando se produce una recesión económica, o en este caso una crisis, los jóvenes, sobretodo en este país acceden a una larga carrera laboral, salarios menores, más periodos de desempleo y mayor sobrecualificación.

Ampliar y reciclar la formación es una de las acciones más recurridas en los últimos meses por algunos españoles que han sido despedidos o temen perder su trabajo. Es una forma de aumentar la competitividad y abrirse nuevos caminos, aunque no es la única que se está llevando a cabo.

Se ha producido un incremento del número de personas que están dispuestas a dejar España para buscar trabajo en el extranjero. Gran parte de este porcentaje son jóvenes, que además de abrirse a nuevos mercados de trabajo aprovechan para mejorar su conocimiento en idiomas.

Por el momento, sólo hay pequeñas ideas para reducir el nivel de desempleo. Un ejemplo es la propuesta que ha lanzado Angela Merkel, en la cual ofrece puestos de trabajo a españoles. Es una opción, pero se necesita cierta cualificación: alemán y, en muchos casos, títulos académicos.

El camino hacia Europa no tiene su término en Alemania. Eurodisney, ubicado a pocos kilómetros de la capital francesa, se traslada cada año a España para contratar jóvenes, estudiantes o desempleados. Además, España es un país perteneciente a la Unión Europea, hecho que, en cierto modo, facilita la movilidad y, por lo tanto, la búsqueda de trabajo.

Todas estas medidas son iniciativas externas de los propios ciudadanos, los empresarios extranjeros o los representantes de otros países europeos. Sin embargo, aquellos que tienen competencias para reducir el desempleo juvenil no han movido muchos hilos para allanar el camino.

Por el momento, el único avance planteado es que los becarios en periodo de formación en una empresa puedan cotizar hasta un máximo de dos años. Este hecho, que debería haber sido un derecho hace años, parece que se ha convertido en un favor que debemos agradecer. ¿Acaso la mayoría de los becarios no realizan funciones equivalentes a un trabajador?.

Es necesario mirar la realidad para modificar o borrar los clichés de becarios que hacen fotocopias y traen cafés. Seguramente, existirá un grupo de jóvenes que sean protagonistas de esta leyenda urbana, pero otro gran porcentaje trabaja como uno más de la empresa. En muchas ocasiones, los becarios se incorporan a la empresa coincidiendo con las vacaciones de los trabajadores de plantilla. Incluso muchos de ellos sin recibir una recompensa económica.

El 2011, podría ser un buen año para reestructurar el sistema laboral, social, económico y educativo. Pero siempre teniendo presente los diferentes grupos sociales, sin olvidarse de la juventud, divino tesoro.