El corazón y los vasos sanguíneos son los únicos órganos que nunca tienen cáncer. Los científicos que llegaron a esta conclusión están buscando una explicación.
Este descubrimiento está sirviendo también como punto de reflexión para algunos especialistas del tema. La doctora Liliana Szabó, se sorprende por su ausencia de intuición, ya que dice: “el corazón es prácticamente el único órgano, además de los vasos sanguíneos que no recuerdo haber visto en ningún libro de patología oncológica”.
La clave del razonamiento de la doctora está en el contenido del tradicional proverbio “el corazón tiene razones, que la razón no comprende”. El corazón está en constante movimiento y trabaja para que la sangre fluya, sin retener desechos. “El corazón no se adhiere a nada”, explica.
En cambio, según comenta, la mayoría de los seres humanos acumulamos energía inútil y negativa que a la larga perjudica nuestra propia salud. Este cúmulo de elementos, que generan “basura” física y psica, surgen de sensaciones como el miedo, la envidia y los celos.
“Nos contaminamos a nosotros mismos con emociones dañinas que aún no hemos aprendido a equilibrar”, apunta Szabó. Por ello, aparecen en nuestro cuerpo síntomas que nos inquietan o células anormales.
Si los científicos están en lo cierto, quizás, deberíamos aprender de nuestro propio corazón. “Nademos con la corriente del río de nuestras experiencias sin aferrarnos a ninguna”, concluye la doctora.
Este descubrimiento está sirviendo también como punto de reflexión para algunos especialistas del tema. La doctora Liliana Szabó, se sorprende por su ausencia de intuición, ya que dice: “el corazón es prácticamente el único órgano, además de los vasos sanguíneos que no recuerdo haber visto en ningún libro de patología oncológica”.
La clave del razonamiento de la doctora está en el contenido del tradicional proverbio “el corazón tiene razones, que la razón no comprende”. El corazón está en constante movimiento y trabaja para que la sangre fluya, sin retener desechos. “El corazón no se adhiere a nada”, explica.
En cambio, según comenta, la mayoría de los seres humanos acumulamos energía inútil y negativa que a la larga perjudica nuestra propia salud. Este cúmulo de elementos, que generan “basura” física y psica, surgen de sensaciones como el miedo, la envidia y los celos.
“Nos contaminamos a nosotros mismos con emociones dañinas que aún no hemos aprendido a equilibrar”, apunta Szabó. Por ello, aparecen en nuestro cuerpo síntomas que nos inquietan o células anormales.
Si los científicos están en lo cierto, quizás, deberíamos aprender de nuestro propio corazón. “Nademos con la corriente del río de nuestras experiencias sin aferrarnos a ninguna”, concluye la doctora.
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